Serían alrededor de las once de la noche;
mis padres no estaban en casa y no volverían hasta el siguiente día,
pues estaban de fiesta en casa de mis abuelos. En circunstancias
normales habría ido, pero me encontraba enfermo.
Así que allí estaba yo, solo en casa con
38° y medio de temperatura, viendo televisión, cuando de repente el
timbre suena. Fui a ver quién era; no esperaba ninguna visita y me
constaba que mis padres no podían ser, pues el pueblo de mis abuelos
está a hora y media de donde yo vivo, y me habían llamado para avisarme
que ya habían llegado hacía tan sólo un cuarto de hora. Vi por la
mirilla para ver quién era, pero no había nadie. Supuse que sería un
bromista borracho, algo nada raro en Nochebuena… Abrí la puerta para
gritarle, pero cuando salí me encontré con un paquete en el rellano.
¡Vaya!, parecía que Papá Noel se había adelantado este año. No sé quién
habría sido, pero en aquel momento me pareció una persona bastante generosa.
Metí el paquete en mi casa y lo abrí.
Dentro de él había un sobre en el que aparecía escrito: “Quédatelo, ya
no lo quiero”, y una copia de Pokémon Plata. Eso me pareció genial, pues
tenía muy buenos recuerdos de aquel juego, y al mío se le había agotado
la batería interna. Cogí mi viejo Gameboy Advance SP y comenzó mi
viciada. Pero antes abrí el sobre para ver lo que había dentro. Había
una nota con instrucciones a seguir. Aún el día de hoy la conservo junto
con el juego, y dice así: “Hola, si estás leyendo esto es porque tienes
mi juego, y ya que te lo he regalado, te pido por favor que lo
continúes hasta el punto que te menciono en esta carta; luego puedes
jugarlo libremente”.
“Bueno, ya que me lo has regalado”, pensé, “¿qué de menos puedo hacer por ti?”. Seguí leyendo:
“1º No empieces una nueva partida,
continúa la mía. Tengo capturados a los tres perros legendarios, y le he
entregado la GSBALL a César, así que en cuanto vayas a hablar con él
podrás capturar a Celebi. Tengo capturados 248 pokémon; aparte de
Celebi, me faltan Lugia y Ho-oh, por favor captúralos y completa la
Pokédex”.
¡Joder! ¡Qué suerte! Me lo había servido
en bandeja de plata. Lo cierto es que me hacía ilusión completar la
Pokédex, así que me puse a ello. Continué el juego que ya había empezado
su antiguo dueño y lo primero que hice fue revisar sus datos. El nombre
del entrenador era SUSEJ —os contaré luego lo que significa, si no os
habéis dado cuenta ya por vosotros mismos—. Mi equipo constaba de
Houndoom, Lapras y Slowbro, a los niveles 66, 32 y 63, respectivamente, y
un Sandshrew, un Abra y un Pidgey a niveles muy bajos, que seguramente
los tenía para usar los MO. Tenía 16 medallas y el límite de dinero.
Tiempo de juego 229:50, o por ahí, y el Pokégear marcaba poco más de las
11:50 p.m. del sábado, la misma hora y día de la semana que en las que
estaba jugando. Luego de conocer mis datos, empecé a jugar. Primero
capturé a Celebi, ya que nada más al empezar me encontraba en Pueblo
Azalea, y era lo que me quedaba más cerca. Pensaba que sólo se podía
capturar en la versión Cristal, pero bueno, hice todo el proceso: fui a
hablar con César, recibí la GSBALL, luego fui al encinar, la deposité en
el monumento al guardián del bosque y comenzó la batalla con Celebi. Me
hizo mucha ilusión capturarlo, ya que sin un evento especial no se
podía conseguir. Lo capturé después de un rato cuando me cansé de
tirarle pokébolas normales y le lancé una Bola maestra —de tres que
tenía—, y apareció el mensaje diciendo que había sido transferido al PC
de Bill, a la caja de “Pandora”. Supuse que sería una broma. Para quien
no lo sepa, la caja de Pandora es un mito, creo que griego, que relata
que, de ser abierta la caja, saldrían de ella demonios y cosas así, y la
raza humana estaría condenada. Sin darle demasiada importancia, ya que
el nombre de las cajas se podía cambiar, continué y capturé a los otros
dos legendarios que me quedaban. Fue fácil, como ya dije antes, tenía
las Bolas maestras necesarias. Una vez capturados todos los legendarios,
y con ello completada la Pokédex, retomé las instrucciones que me dejó
el antiguo dueño:
“2º Ahora que has capturado a todos los
legendarios, crea el siguiente equipo: Mew, Celebi, Ho-oh, Lugia,
Suicune y Moltres. Espera a que el Pokégear marque las 3 a.m. para
realizar el siguiente paso”.
Entonces era la una de la mañana en el
juego, y como marcaba la misma hora que era en realidad, tuve que
mantenerme despierto hasta las tres. No me importó, la pasaba bien
jugando aquel juego. Fui a hablar con Oak, a ver qué me decía por la
Pokédex, fui a Ciudad Azulona a reclamar el diploma que certificaba que
había completado la Pokédex, derroté a Rojo, y eché un vistazo a las
demás cajas. ¡El tipo había capturado incluso los cuatro MissingNo.!
Seguí haciendo tonterías así hasta que me percaté de que ya eran las 2:45 a.m. Entonces leí el siguiente paso:
“3º Cuando sean las 3 a.m., ve a las
Ruinas Alfa, entra en la cámara principal y ve hasta la última estatua
que hay siguiendo el pasillo hacia abajo. Enfrente de ella pon la Radio
Unown, y habla con ella”.
Así lo hice, cogí el Magnetotren y desde
Ciudad Trigal fui andando hacia mi destino, pues tenía tiempo de sobra.
Cuando por fin llegué eran las 2:58, así que estuve dos minutos
esperando enfrente de la estatua, ya con la Radio Unown puesta. Ese
ruido me ponía bastante nervioso.
Apenas el Pokégear marcó las 3 a.m.,
hablé con la estatua. Emitió el ruido de un pokémon, pero no me sonaba a
ninguno que conociese, y empezaron a salir cuadros de texto: “Mew ya no
está”, seguido del grito de Mew. “Celebi ya no está”, y su grito, y
así sucesivamente hasta que nombraron a todos los pokémon de mi equipo.
Al final salió otro cuadro de texto: “El sacrificio de tu Equipo ha
permitido la liberación de El Rey Unown”.
Luego de que cerré el cuadro de texto la
pantalla se volvió negra por unos dos segundos, y después apareció la
página del Rey Unown en la Pokédex, que decía algo así: “Esta feroz
bestia puede dormir durante siglos, y cuando despierta mata lo que sea
para alimentarse”. No tenía ningún número, y su grito era el que había
sonado antes. Era azul oscuro como los Unown, pero su forma sólo se
parecía a ellos en la cabeza, en la que tenía tres cuernos, como si de
una corona se tratase, y un solo ojo. A diferencia de los Unown, tenía
cuerpo, patas y unos brazos que terminaban en pinzas, manchadas de rojo,
imagino que simulando sangre.
Cuando cerré la Pokédex, aparecí de nuevo
en donde había encontrado al Rey Unown, y otro mensaje apareció,
diciendo, “Has liberado a la Bestia”. Cuando lo cerré miré mi equipo,
pero ahora no tenía ningún pokémon. El juego empezó a ponerme nervioso.
Salí de la cámara y me dirigí a Ciudad Violeta a recoger algún pokémon
del PC. Durante el trayecto hacia dicha ciudad noté que había algo
extraño —además de que la música de la Radió Unown seguía sonando allá o
donde fuera—, pero sólo lo confirmé en cuanto entré en el centro
Pokémon: ¡no había ninguna persona! ¡Los sprites habían desaparecido!
Cuando miré dentro del PC me encontré con que de las 20 cajas
prácticamente llenas, ahora sólo había dos pokémon en la caja de
Pandora. Un Staryu a nivel 20 y el Sandshrew de antes. No sabía qué
estaba pasando, así que anduve deambulando por todo Johto. No había
ningún sprite en ninguna ciudad, ni ruta, ni siquiera en las casas.
Recordé la nota.
“4º Espera la llamada”.
¿La llamada? ¿De quién? No sabía quién me
tenía que llamar, así que abrí el Pokégear, y miré los números; sólo
estaban Elm y mi madre. Llamé a Elm, pero apareció un mensaje que decía:
“Parece que no contesta…”, y cuando llamé a mi madre me salió el texto
de siempre.
Ya eran las 3:30 y nadie me había llamado
aún. Había recorrido casi todo Johto y no había ni una persona; en la
hierba tampoco salían pokémon.
Por fin llegó la llamada. Era de mi madre, decía, “Hijo, por favor ven a casa rápid…”, sonó el grito del Rey Unown y se cortó.
Entre la fiebre y el sueño yo ya empezaba
a sentirme mal, pero quería saber qué pasaba, y ahora sabía a donde ir.
En mi casa no había nadie, pero en la parte de arriba parecía que había
una nota en la pared, que leí. Decía: “5º y último: Ve a ver a Oak”.
Antes de ir miré en las casas de Pueblo
Primavera, pero como ya me temía, no había nadie. Ni un sprite en todo
Johto. No obstante, antes de ir a ver a Oak, di una vuelta por Kanto
para ver si había alguien. Sólo parecía estar Mr. Fuji en Pueblo
Lavanda. Hablé con él, y me dijo: “Últimamente estoy muy atareado”…
No me entretuve más y enseguida me fui a
Pueblo Paleta. Allí tampoco había nadie, ni en la casa de Rojo, ni en la
de Azul. Entré en el laboratorio de Oak. Como era de esperarse, ni un
sprite de persona; pero donde normalmente se encuentra el profesor Oak,
estaba el sprite de un Unown. Supuse lo que tenía que hacer, así que me
paré enfrente de él y pulsé la A. Sonó el gritó del Rey Unown y comenzó
la batalla contra él.
Era de nivel 100, y por si fuera poco
estaba equipado con Restos. Acabó con mis pokémon en poco tiempo, pero
en cuanto se debilitó el último de mis pokémon, la batalla la continuó
el entrenador. Estaba en nivel 10, ya sabía que no iba a poder hacer
nada contra aquel bicho. Pensé en apagar la consola, pero luego lo
reconsideré, me dije que si no veía cómo acababa me quedaría con la
intriga, porque no volvería a ocurrirme esto. Total, era un juego, ¿qué
me podía pasar?
Mi entrenador sólo conocía “Combate”,
pero no llegó a usarlo porque el Rey Unown atacó primero. Usó mordisco, y
mi entrenador se debilitó. Salió un mensaje diciendo SUSEJ ha muerto.
La pantalla se puso negra unos segundos, y después apareció el sprite de
un hombre vestido de negro, similar a como lo hace el Profesor Oak al
principio del juego. Me dijo lo siguiente: “¡SUSEJ, acabas de liberar a
la Bestia y condenado a la raza humana! No podría haberlo hecho sin ti”.
Después la pantalla se puso en negro, y tras un minuto, empezó la intro
normal del juego, con Lugia volando en el cielo azul. No estaba
guardada la partida anterior, sólo podía empezar una nueva. Ya eran las
4:30 de la madrugada, así que apagué la consola y traté de dormir,
puesto que estaba enfermo y cansado. Esa noche soñé que era el Rey Unown
e iba vagando por el mundo, en busca de mi próxima víctima.
No sé si esto se trató de una broma
mórbida, o realmente tuvo un origen “sobrenatural”, lo que sí sé es que
estuve un mes sin parar de pensar en ello y que cada vez que lo recuerdo
se me ponen los pelos de punta. De ser una broma (que espero que eso
sea) creo que se trató de la broma de un satánico o algo así: las tres
de la mañana es la hora de Lucifer, SUSEJ es Jesús al revés, sin
mencionar la “liberación de la Bestia”. De una cosa estoy seguro, haber
jugado a ese juego me ha dejado marcado de por vida.
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