Dicen los que sufren de parálisis del sueño que es la sensación más terrorífica que un ser humano puede experimentar y, aunque no todo el mundo sufre de ella, no son pocos los que han vivido esta experiencia.
La parálisis del sueño es una incapacidad transitoria para realizar cualquier tipo de movimiento voluntario que tiene lugar durante el periodo de transición entre el estado de sueño y el de vigilia. Puede ocurrir en el momento de comenzar a dormir o en el de despertarse y suele acompañarse de una sensación de gran angustia. Su duración suele ser corta, generalmente entre uno y tres minutos, tras los cuales la parálisis cede espontáneamente. Durante el episodio, la persona está totalmente consciente, pero es incapaz de moverse o hablar, lo que puede provocar gran ansiedad. Sin embargo, no existe ningún peligro para la vida, pues los músculos respiratorios siguen funcionando automáticamente
A pesar de ser un trastorno inocuo para el cuerpo, la mente sufre auténticas y vívidas pesadillas durante los pocos minutos que puede durar la parálisis. Los afectados tienen los ojos abiertos y pueden ver y pensar con normalidad, pero carecen de control alguno sobre ninguno de los músculos del cuerpo, párpados incluidos. Normalmente se pueden diferenciar varias fases alucinatorias en este proceso:
- Sensación de presencia: es una sensación mediante la cual los afectados sienten una presencia en la habitación, pero no pueden corroborar sensorialmente su naturaleza ni ubicación.
- Presencia peligrosa: los afectados sienten o perciben una amenazadora presencia -generalmente sobrenatural- que trata de hacerles daño o raptarles. La mente reacciona con terror y urgencia de despertar, aunque resulta imposible ya que se carece de control sobre los mecanismos del organismo que permiten movimiento o vigilia.
- Alucinaciones visuales: se perciben objetos o presencias más o menos definidas. Algunos afectados relatan que han presenciado figuras oscuras al pie de la cama, así como calaveras, figuras fantasmagóricas etc.
- Alucinaciones auditivas: al igual que en las visuales, se tiene la convicción de que los sonidos son reales y que provienen del exterior más que de su mente. Son sonidos elementales, mecánicos e intensos, como zumbidos, rumores, siseos, correteos, rugidos, campanadas, golpes, vibraciones, silbidos, chillidos, rechinadas y gimoteos. También voces humanas que emiten mensajes ininteligibles.
- Alucinaciones táctiles: comunes y relacionadas con la presencia intrusiva; incluye la sensación de que el colchón se hunde, que alguien se sienta, que le retira las sábanas o que le agarra de las manos.
- Dificultades respiratorias: sensaciones de sofoco, asfixia, estrechez y estrangulamiento. La mente interpreta que al no carecer de movimiento voluntario sobre los músculos, tampoco se puede controlar la función respiratoria.
- Experiencia extra-sensorial: un porcentaje de los afectados relata como han sentido la sensación de flotar, elevarse, en incluso salir conscientemente del cuerpo y observarse a sí mismos desde arriba (viaje astral).